I walk alone. {Libre}

Recuerdo del primer mensaje :

La verde pradera después de una noche lloviendo está húmeda y fría, corre una brisa fresca que eriza el vello y produce escalofríos. Sentada en el medio está Danielle quien mantiene los ojos cerrados, respirando profundamente el olor de la hierba mojada. Acaricia con las palmas de las manos y las yemas de los dedos cada tallo del césped. Aquello era un placer de la vida, casi podía escapar de la prisión que era el Distrito 11, podía volar con la imaginación fuera de Panem. Pero aquello acabaría en cuanto abriese los ojos, volvería a la realidad, a la cruel y asquerosa realidad.

Habia amanecido hace poco, y el Sol intentaba calentar la tierra. Pronto los trabajadores de los campos llegarían con sus voces, sus ruidos y todo lo que ella detestaba, la gente. Sólo quería disfrutar de la soledad, aunque el estar con su hermano Mackie le encantaba. Danielle se balancea hacia atrás y apoya la espalda en la hierba, sintiendo la humedad calando la tela de su camiseta gris. Estira los brazos y se aparta con un movimiento de cabeza el flequillo para que no le moleste. Aquello era maravilloso, haciendo que sonriese, no en el rostro, sino dentro de ella. Su alma sonreia de lo bien que se encontraba en aquel momento.

Talló una desfigurada J mientras a su lado comenzaba a dibujar en la corteza lo que parecía ser una O, mientras no miraba, ni pensaba ni le molestaba que aquel chico estuviese allí, a pesar del ser del distrito 2, no podía tomarla con él, claro estaba pero ahora tenia mucha ira dentro y tenia que descargarla contra algo o alguien. Terminó de tallar la letra y se puso con la siguiente, esta vez una S. Escuchó lo que él la decía, pero ¿cómo iba a olvidarlo? Era la muerte de su hermano Ben, de su querido hermano cuando ella tenia los siete años, además ese mismo año también murió su padre, asi que le era imposible deshacerse de esos pensamientos tan deprimentes y nostálgicos. Frunció el ceño y descargó parte de su ira mientras tallaba la madera de la corteza, escribiendo las letras con brusquedad y rápidez. De repente paró, habia escrito ya dos palabras: JOSTA KUOLEMA, pero ella continuó su dibujo tallando esta vez una T. El árbol entero estaba tallado con la misma frase, una y otra vez. JOSTA KUOLEMA TEKEE MINUSTA TAITEILIJAN. Todas con letras desfiguradas. Apretó la mano en el mango del cuchillo- No puedo olvidarlo, esas cosas no se olvidan cuando tienes siete años...Además, Ben estaba entrenado, ¿por qué tuvo que hacerlo? Podría haber pasado de él, puede que ahora estuviese vivo... Era demasiado buena persona, yo le habria matado. -Habló entre dientes, soltando un gruñido al final.

Continuaba tallando la frase en la corteza del árbol con letras desiguales y picudas. Al terminar dejó clavada la punta del arma dentro del árbol mientras continuaba cogiéndolo por el mango con fuerza. No recordaba muy bien a su hermano, pero sabia que aunque estuviese entrenado él era muy buena persona, a diferencia de Mackie quien de los dos, era el más frío. Soltó un largo suspiro y bajó ligeramente la cabeza mientras apoyaba la frente en el árbol- No, no lo habria hecho, pero seguramente no lo habria ayudado, yo soy fría y borde pero sigo siendo humana. Ben era demasiado bueno, esa era su debilidad -La verdad, aquello que su hermano Ben habia hecho fue un gesto muy noble que demuestra que a pesar de la opresión y la crueldad del mundo, de tener que enfrentarnos los unos a los otros para sobrevivir, todavia sigue habiendo humanidad en nosotros, pero quel tributo del dos se merecía morir después de lo que hizo. Levantó la vista hacia las letras y las acarició con las yemas de los dedos, para después girar la cabeza hacia el chico, mirándole a los ojos- La muerte me hizo artista.-Se separó del árbol, arrancándo del tronco la punta del cuchillo, mirándolo al oir lo que decia sobre él. Apretó el mango con fuerza y lo introdujo en su bota- Era de mi padre, uno de sus cuchillos de entramiento. Además, nunca robo si no es necesario.

Puede que para ese chico la frase que había grabado en la corteza del árbol no significase nada, pero para Danielle era muy importante, era la frase con la que se identificada, la muerte de su padre, su madre y su hermano Ben habían significado un gran cambio en ella. Había pasado de ser una niña dulce, alegre y sonriente a una chica fría, borde y agresiva, a la que la gente odia o teme. Un cambio radical, aunque con Mackie era como lo era cuando era pequeña. Se encogió ligeramente de hombros- Claro que he robado y muchas veces, casi no tenemos comida y tenemos que sobrevivir como podamos, así que lo hago. Eso sí, nunca he robado por capricho, y mucho menos armas. -Alzó la mirada hacia él, la comenzaba a molestar tantas preguntas, además no era una asesina, nunca había matado nada ni a nadie y aquella pregunta le hizo apretar la mandíbula. Ladeó la cabeza y su cuello crujió- Ninguno, pero puede que el tuyo sea el primero como me sigas preguntando ese tipo de cosas niño pijo, no soy una asesina, no como los chavales que se entrenan en tu distrito -Cansada de él, y de todo comienza ha andar hacia una parte de bosque que rodeaba el claro en donde se encontraban, pasando junto aquel chaval del distrito pijo. Se echa hacia atrás el pelo de una de sus coletas y fija la mirada en los arbustos a los que se dirige. De pronto se para a medio camino y se gira, mirándole- Si quieres salir de aquí, sígueme, sino ahí te quedas. -Volvió a retomar la marcha-

Me encogí de hombros como si no me importase que hubiese robado. Yo alguna vez lo habría echo también. E incluso armas. Así que no era el adecuado para dar lecciones de moralidad. Entonces volvieron las falsas amenazas. Ya echaba de menos ese mal carácter suyo que tanto la caracterizaba. Por poco me había asustado. -¿Y que te hace sentir tan segura de que podrías conmigo? Claramente no podría. Antes me había pillado desprevenido pero en una pelea justa no tendría tantas probabilidades. Incluso ninguna. Entonces comenzó a andar para salir de aquí. Me enojó un poco que nos llamase asesinos. No era muy partidario de mi distrito aunque no me avergonzaba nunca de decir de donde procedía. Quizás fuese el mismo cariño que se tiene a un padre, que aunque te defraudase más de una vez, lo seguías queriendo. -Deberías saber que no son los únicos asesinos ya que los del Distrito 11 también participan en los Juegos haciendo el mimo papel, pero no tenemos la culpa de que seáis unos pencos ni andamos por allí con un cuchillo en una vieja bota.

Debería haberse ido, haber pasado del tema pero aquello que el chaval dijo la había cabreado, ¿por qué narices era tan molesto aquel chico? ¿Por qué no podía largarse a su distrito y dejarla en paz? Giró sobre sí misma y le miró con frialdad, apretando los puños a ambos lados del costado.- Sé muy bien que podría contigo, estoy entrenada y dudo que tú lo estés de la misma forma que yo. -Le miró de mala manera, inspeccionándole de arriba abajo con una pequeña mueca de asco en el rostro. Fue a marcharse, a dejarle ahí colgado y que se las apañase él, pero sólo consiguió darle la espalda antes de que su comentario le hiciese explotar. Se dio rápidamente la vuelta y caminó en su dirección. Le agarró de aquella camisa que tenía y le acercó a ella, furiosa y con la mirada llena de odio- Mira chaval, no os llamareis asesinos pero lo sois, sois entrenados desde niños para matar a los demás tributos sin remordimientos. Pero claro, los pobres somos asesinos por querer sobrevivir. Cuando tú o cualquiera de tus compañeros esté en un distrito como el mio o los demás y tenga que robar o hacer cualquier cosa para que tu familia viva o simplemente se alimente, ya me dirás si no llevas un cuchillo porque nunca se sabe cuando te puede aparecer un tipo bien vestido, que aparenta tener dinero y puede ser asaltado accidentalmente por una chica o un chico que está muerto de hambre, que mataría por comida mientras tu distrito la tira a la basura

Sabía que mis palabras no le iban a sentar bien pero ¿que demonios lo hacía? Ya desde el principio me menosprecio y jamás conseguiría simpatizarme con una persona así. Además de que a mí tampoco me apetecía. En verdad le agradecía que volviese a sacar esa malhumorada persona que tenía y que hace unos días pareció desaparecer. -Creo que olvidas quien de aquí es de un distrito "profesional"- seguramente pensase que me podía pero no. Me negaba a pensar que esta cría pudiese siquiera hacerme temblar. Había recibido la misma formación que los tributos de mi Distrito pero a diferencia de ellos jamás salí voluntario. Entonces la observó que se aleja. Si pensaba que iría tras ella ahora estaba equivocada y seguramente sería una molestia para ella que lo hiciese. Pero su orgullo no la dejó ignorar mi último comentario por lo que se dio la vuelta hacia mí con un aspecto atroz agarrándome de la camisa en tono amenazante. No hice ademán de soltarme, solo le sostuve la mirada. -Creí haber escuchado que tú también andas entrenada así que además de loca eres una asesina. -en verdad por extraño que me parezca me ofende sus insultos hacia mi distrito. -Robar es robar sea por cualquier razón, así que chavala quieras o no eres igual que yo. - y de un empujón la hago que me suelte. -Y no deberías decir nada sin saber la historia de uno mismo que claramente no te voy a contar porque no me da la gana. Entonces decidí ser yo quien se fuera ahora. Venga, vete, no digas nada más... -Por cierto, eres igual de arrogante y creída como el Capitolio. Siempre cagándola en el último momento.