I walk alone. {Libre}

Había sido el único viajero del tren en dirección al distrito 11. No parecía ser un destino muy solicitado. Tampoco me era de extrañar ya que todos sabían la pobreza y la carga policial que se veía este lugar obligado a soportar. Aunque había salido por la mañana, el tren no llegó hasta bien entrada la noche. La estación estaba muy solitaria, algo que me puso los pelos de punta. No había peligro pero esa escena era la típica de terror. Enseñe el pasaje a un Guardia de la Paz y este dio el visto bueno para pasar al distrito 11. Pensé que tendrían en cuenta para dejar pasar a alguien o no. Entonces comenzó a llover. Ande rápido por entre las pequeñas casas cuando escuché unos gritos. Unos policías castigaban a un chaval. ¿Que habría echo? Pero me pareció da igual ya que los cabree haciendo de las mías y dejando al chaval libre. Me pase la noche escabullendome de los Guardias. La maldita lluvia me había empapado pero el Sol por suerte comenzaba a salir. La verdad es que me había alejado de la zona de las casas y estaba en uno de los campos. ¿Se habrían cansado los guardias de buscarme? Seguramente, tampoco había hecho nada tan gordo. Mi intención era que dejaran al chico en paz ya que por las pintas que tenían ya había recibido suficiente castigo. Caminé unos pasos hacia atrás cuando comprobé que las personas se pondrían a trabajar. Vi a unos pocos trabajadores. Sus pintas eran extrañas pero supuse que el raro aquí era yo. Entonces me tropecé con algo que me hizo perder el equilibrio y caer al suelo. -Ouch- ¿una chica? Y por sus pintas había pasado la noche bajo la lluvia. La mirada de la chica se fijo en la mía. -¿Quien eres tú? pregunto algo sorprendido por encontrarme aquí a alguien.

Vale que era muy distraído pero no me esperaba encontrarme a nadie aquí. Aunque lo disimulaba bien me lleve un buen susto. Pensé que sería una trampa o algo de los agentes de antes, así que ahora estaba algo enfadado. La chica me hecho una mirada fría, como si fuera culpa mía haberme caído. Me levanto y sacudo mi pantalón. Bueno, la verdad andaba ya bastante estropeado por la lluvia. Esbocé una sonrisa de medio lado al escuchar a aquella chica replicar. -Perdona, la próxima vez iré mirando para ver que loca anda tumbada a estas horas aquí.- me disculpo de manera irónica. - Supongo que estarías de mejor humor si hubiese sido un chico de tu distrito, ¿no?. Sonrió complaciente al menos de no ser el único con mal humor aquí. -Que pena que no haya sido así. Entonces compruebo de que los trabajadores se acercan a los campos. Vuelvo a dirigirme a aquella chica. -¿Podemos estar aquí?- pero algo me decía que no. ¿Pff, ¿me metería otra vez en problemas?

Sí, la chica tenía mal genio. Quizás fuese la amabilidad característica del distrito 11. Entonces me pareció que se estaba conteniendo más de lo normal. Vale, genial, me había encontrado a la alegría de la huerta después de ser perseguido por dos estúpido guardias mientras me llovía. El día prometía. -¿Así es cómo recibís las visitas? No me extraña que nadie quiera venir aquí.- dije eso último más bajo ya que no sería buena idea cabrearla más. Me gustaba la idea de ser el pijo de aquí. Era de la clase baja de mi distrito pero aquí parecía ser de la alta.

Yo no puedo, tú haz lo que quieras. - Vale, pero no me quedaría más remedio que chivarme a esos de que una lunática ha estado por aquí toda la noche. Sonrió volviéndome a ella para ver su expresión ante mi idea. Recuerdo eso "mantén esa boca cerrada si no quieres que te la cierre yo..." ¿Cómo lo haría? Al menos parecía que no quería ser vista por ellos y me preguntaría el por qué. Entonces recordé que aquí casi todo estaba prohibido. Me di la vuelta para comenzar a bajar los campos en dirección de los trabajadores.

Ella pareció pasar de mi como si no le importase. Bueno, sería mejor irme de allí lo antes posible y no cruzarme más con los de este distrito si tan maníacos eran. Entonces noté que me agarraba la ropa y me tiro al suelo bloqueándome. -¿Los Guardias saben que vas armada? -dije enfadándome un poco, quizas porque esto me pillo desprevenido. Era entrenador de tributos pero ... quien me iba a decir que esta chica iba a sacar un cuchillo. Sabía que la condenarían a muerte si supiesen lo del arma. No permitían, ni en mi ditrito, que nadie fuese armado por el peligro a la sublevación. A lo mejor he encontrado otra rebelde. Con la mano que me dejó libre para poner su cuchillo en mi cuello le cojo la muñeca que lo sostenía. Lo siento por la chica pero tenía la suficiente fuerza para salirme con la mía.. -Me dijistes que hiciese lo que quisiera. No te aclaras ni tú. Sonrío desafiante. La chica había topado también con alguien cabezota, aunque mi plan nunca fuese decirle a esos tipos que ella andaba por aquí. Sólo lo dije para ver su reacción y ahora que la había visto pensaba que era un poco ingenua por poner su vida en peligro de esa manera. -No creo que sea conveniente que saques eso a la mínima. Lo digo por tu bien y, ahora cuando veas conveniente, te quitas de encima mía.

La chica volvió a guardar su cuchillo. Por fin una cosa inteligente de su parte. Pero persistía en estar encima mía. -Aquí sois todos tan radicales ¿o que?- comenté cuando escuché que su hermano la mataría si la descubriese aquí. Sabía que era un decir pero aún así me dio a entender que la ente de aquí estaba siempre malhumorada. Preferí no decirle nada ahora cuando me pidió, o mejor dicho, me exigió volver a mi distrito, según ella, de niño pijo. Seguramente sabría que me molestaba un poco y persistía en eso una y otra ve para hacerme perder la paciencia. Por fin se quitó de encima mía y me incorpore quedando agachado como ella. -¿Vienes o qué? Otra vez con las órdenes. Alguien debería enseñarle a esta chica a respetar a sus superiores. Y no lo decía porque fuese de otro distrito sino que yo podía con esta cría fácilmente. Ella sabía que quedaba poco tiempo para que nos descubriesen y si me veían a ella la sacaría a la luz también por lo que se debería de asegurar sacarme de aquí. -Sin un "por favor" no me muevo de aquí. le dije con una sonrisa maliciosa. Además, ¿se pensaba que me quedaría a solas con ella y su cuchillo? Bueno, lo haría si me dijese el "por favor" que le pedía. Le estaba obligando a tragarse ese orgullo que tenía tan subido. -Y serás mejor que te des prisa en decirmelo. Era ahora o nunca. Nos pillarían sino salíamos de aquí ya. A mi me daba igual pero no a ella y podría jugar con eso, aunque sólo por el momento. Si volvía a sacar el cuchillo con un simple movimiento haría ponerla delante de todos con arma en mano, y por tanto, los problemas para ellas serían bastante peores.

¿En serio le daba igual? Por un momento pensé en ir hacia allí y decirles que por aquí andaba una chica, hermana de uno de ellos, y un poco engreída. Con tan solo imaginándomelo sonreí al ver el cabreo de la chica en su escondite, pero por suerte para ella no era ese mi estilo. Me gustaba molestar a las cascarrabias de otra forma. La vi dirigirse hacia un granero más atrás. Comprobé por donde me podía marchar de allí. Para nada quería que la "simpatía" de los del distrito 11 se echase sobre mí. Ya con una tenía más que suficiente. Pff no me queda más remedío que ir allí también. Retrocedo hacia el granero pero por otro lado para no encontrarme con la lunática. - Mira, me da igual lo que hagas, si quieres ven sino pues vale. - dije burlándome de lo último que dijo imitando su voz. Cuando llegué observé los trabajadores que ya habían pasado por donde estábamos. Giré en la equina del granero y allí estaba, de espaldas a mí, observando a aquellos tipos de los cuales uno era su hermano. - ¿Y este era tu gran escondite?. -le dije sorprendiéndole de que la final la hubiese seguido, aunque no me quedase otra. -Oye, en serio ¿siempre sueles poner un cuchillo de bienvenida a los visitantes? - dije en tono burlón.

¿Que otro escondite tendría? Bueno, y a mi que me importaba. A decir verdad no sé que andaba jugando al escondite con ella. - ¿Me lo enseñarías? Ya volví a caer de nuevo en su trampa. Claro que no lo haría yo era para ella un estorbo. Pero al menos ya había dejado de ser menos desagradable, o eso me parecía a mi. Me senté a su lado aunque al principio no sabía si me saltaría con un cuchillo al cuello (en sentido literal). Pero no, solo se mantuvo pensativa. Seguí la dirección de su mirada. -¿En serio? - dije sabiendo por donde iban los tiros. Quizás me equivocase pero ¿su escondite estaba fuera de la alambrada? -Guau... toda una rebelde. dije haciéndome el sorprendido. Seguramente se pensaría que era un pijo debilucho que no sería capaz de seguirla pero también yo hacía ese tipo de cosas en mi distrito, aunque pocas veces ya que casi siempre permanecía electrocutada. Al parecer no había peligro de salir ya.

Permaneció en silencio pensativa sobre su plan para salir de allí. Quizás por experiencia yo sabía que por la valla si corría corriente y ella lo habría notado también. Cuando eso ocurría en mi distrito la única solución era volver a casa y esperar al día siguiente, esperando que no lo estuviese en ese momento. Entonces se levantó y ando hacia la verja. Yo la seguí a unos pasos atrás preguntándome que estaría pensando hacer. El silencio en estos momentos hizo que se percibiese el típico zumbido de la electricidad. Se echó al suelo y comenzó a cavar. La lluvia había hecho que la arena se transformase en barro siendo así mucho mejor para lo que había planeado. -Vamos chico pijo, veamos si tu también eres rebelde. Sonrío y me pongo a su lado ayudándola intentando no tocar la valla que andaba a menos de un metro. Acabaríamos llenos de barro, pero jamás me había preocupado mi estética. Es más, aunque ahora le pareciese un pijo en mi distrito era todo la revés. Pero no se lo dije porque me agradaba ser para ella el niño pijo. A poco minutos habíamos hecho un pasadizo para pasar, más grande por si acaso. La miro para ver quien iba a probarlo. -Las señoritas primero. - sonrío. Entonces me pareció verla dispuesta a hacerlo. -Mejor paso yo antes. Y antes de que se me pudiese adelantar lo hice. Por suerte no note ningún calambrazo. Era muy escurridizo, una de mis facultades por lo que fue fácil pasar. -¿Necesita ayuda del niño pijo? - le pregunté. Sabía que esto no le iba a sorprender, era una cosa fácil. Con la camiseta me limpié algo de barro que tenía en la cara.

La chica paso sin ayuda ninguna por el hoyo con la misma destreza. Enarcó una ceja pensando cuántas veces lo habría hecho ya. También se puso empapada de barro la ropa pero parecía no importarle tampoco. Se levantó y comenzó a andar hacia un matorral para pasar desapercibida. -¿Tanto miedo te dan que te descubran? -La sigo con total tranquilidad. Si habían cámaras, ya nos habrían visto así que sería demasiado tarde,pero con la valla electrificada dudaba de que se preocupasen por ello. Pero finalmente hice lo que ella e irme al matorral ya que ella sabía más sobre este sitio. Jamás había venido al distrito 11 antes por lo que sería más seguro hacerle caso, aunque eso me fastidiase. -Oye loca.- no sabía aún su nombre, pero al parecer no hacía falta ya que cada cual teníamos algo para describir al otro. Aunque la primera vez que se lo dije fue con otro tono. Ahora sólo Cuando me miró cuando le llame le manché la mejilla de barro de broma. -Venga, vamos rápido. dice adelantándola. -Por cierto, ¿cuántas veces has hecho esto? Quiás se había dedicado a poner trampas. No, dudaba de que supiera de eso. Novatas ...

Cuando me digno a mirar al frente no veo el bosque por el cual habíamos corrido sino una pradera, donde el césped había reemplazado el barro y un gran árbol en el centro daba sombra a unas piedras que estaban a sus pies. Escucho lo que dice con una sonrisa al ver que cierta bordería volvía a ella. - Supongo que eres mas responsable que yo. Cómo no me tenía que ocupar de nadie me jugaba la vida sin preocupaciones. Entonces me vuelvo hacía ella cuando comenta que detesta el Capitolio. Ya somos dos. pensé. -Procedo del distrito 2 exactamente. Eso empeoraba las cosas. No era un distrito pijo en sí, sino que superaba seguramente sus expectativas. Aliados del Capitolio, donde procedían la mayor parte de los Guardias de la Paz y el lugar que solía acabar con la vida de los tributos de los demás durante los Juegos. -Pero no soy como ellos.-le dije de verdad, serio. No me gustaría que alguien me viese de ese modo, aunque seguramente una chica tan cabezona como ella no me creería. Al fin y al cabo ahora mismo me estaba saltando las normas, ¿no? entonces vuelvo a mirar el lugar. -Es un sitio genial, al menos mejor que el granero que te habías buscado antes. Al parecer tenía también su lado dulce, aunque claramente no me la dejaría ver.

Como me era de esperar se puso tensa y volvió a su semblante amargo de antes. No dijo nada cómo si se estuviese privando de ella por si hablar iba a estropear la situación. ¿Que más le daba? Me extrañe ante su pregunta que vino así de pronto. ¿Todo venía por esto? -Ehm... No. -dije sin comprender muy bien a que venía eso. Tenía mi opinión sobre los juegos; los cuales eran crueles y sólo una muestra más del poder del Capitolio. Sí era cierto que entrené a algunos tributos, pero nunca del distrito 2 por el hecho de que ellos preferían mentores más profesionales. Jamás se fiaban de un simple chico de 19 años que se dedicaba sobre todo a incumplir las normas. -¿Por qué? No comprendo. Su rostro sólo parecía lleno de ira que me hizo preguntarme el que tendrían que ver los Juegos aquí. ¿Acaso ella habría ido? Por suerte yo ya no podría ir por pasada la edad. - ¿Acaso fue allí donde te volviste loca? dije bromeando para recuperar el ambiente que antes había.