Una casualidad algo incasual. {Caín & Rebecca}

Invitado

El distrito dos, después del cuatro, era el que más me gustaba. No por su físico de la ciudad, que si que estaba bien cuidada pero era algo sobria, era porque siempre que venía aquí tenía aquella extraña sensación de sentirte cómodo en este distrito. Me encantaba pues la gente me confundía con una persona aleatoria de su propio distrito debido a que mi cuerpo estaba bien hecho en la parte de la masa muscular. Cada vez que venía era para ver si alguien se estaba peleando contra alguien y así meterme por en medio de la pelea hasta que los agentes de la paz me separaban de mi contrincante. Aquí los agentes de la paz eran menos estrictos que en mi distrito o en el distrito 11, pero hoy era diferente.... hoy fue el día en el que me cogieron y averiguaron que era del distrito 12 solo por una tontería: por tener manchas de carbón en todo mis brazos y oler a carbón. Mientras me encontraba echando un duelo contra un chico rubio, alto y de ojos azules, al que todo el mundo animaba, unos agentes de la paz me cogieron por la mano y me tiraron al suelo. Al principio se disculparon, lo que a mi me sorprendió, pero luego se dieron cuenta de mis pruebas y, mientras les decía que no era nada, me interrumpieron y me cogieron a la fuerza. Me apretaron el brazo. Me hacían mucho daño, pues parecía que me iban a cortar la circulación de la sangre en el brazo pero no podía hacer nada... pues me habían pillado.

- ¡ESTE ES UN ANDRAJOSO QUE SE HA COLADO EN EL DISTRITO 2! - Exclamó el agente de la paz, levantándome la mano y haciendo levantar del suelo.
- ¡Pero tengo los papeles de permiso para estar aquí, lo juro! - era verdad pues lo guardaba en mi...- ¡MI MOCHILA NO ESTÁ! ¡HA DESAPARECIDO! - Mi mochila no estaba colgada a mi espalda y tampoco estaba donde la dejé, apoyada sobre la baldosa del suelo. Me revolví y me intenté soltar para buscar mi mochila.
- ¿¡Pero que haces, estúpido?! ¡ Estate quieto de una vez! -El agente me tiro al suelo, con gran fuerza y soberbia.- Te daremos un gran castigo por no tener los papeles.
- ¡Pero si que los tengo, joder! - Le chille eufórico. No me podía creer que esto me pasase a mi, pues muchas veces, cuando me daban días de vacaciones, venía a este distrito o al 4 para ver sus paisajes, y ahora... me pasaba esto.
- ¡QUE TE CALLES! - El agente me dio una patada a mi cara y yo no me pude resistir.- ¿Quién te crees que eres para hablarme así, niñato? - Dijo, bastante soberbio.
No lo dude y, aunque sabía que iba a recibir más si no encontraba la mochila, me levanté del suelo para buscar lo que era mio. Los papeles no me importaban, pues lo único que me importaba es que allí llevaba mi único dinero para pasar el mes, que tenía para mis hermanos, y unas cuantas cosas más importantes. El agente se quedó atónito y alucinado cuando me vio pasar por su lado. Por un momento no hizo nada hasta que me vio huir entre las masas. El me persiguió pero yo tenía que buscar mi cartera de tela negra que me había cosido la madre de una amiga mia.

- ¡ESPERA AQUÍ, ANDRAJOSO, QUE TE VAMOS A DECAPITAR! - Exclamó el agente, con un signo de amenaza.
- ¡Ahora no tengo tiempo para ti, pues tengo que buscar mi mochi..! - Yo mismo me corté la frase porque choqué con alguien.

Caí al suelo del choque y lo único que vi fue mi mochila al lado de la joven que estaba en el suelo tirada, de culo, por la caída. No me fije bien en la chica y me lancé a por mi mochila, pues el agente de la paz me seguía por detrás. La cogí y me levante del suelo, porque sabía que aquel asqueroso del agente estaba a mis espaldas. Me gire y le di mi mochila.

- Toma, mire dentro y verá mi pase. -El agente, al principio, se pensó que era una especie de broma pero yo, con mi rostro serio y algo soberbio, seguía insistiendo.- Mire, mire.
Miro su contenido y, efectivamente, estaban ahí los papeles doblados y algo manchados de carbón y polvo. Los cogió y los examinó.
- Esta todo en orden... -Se tuvo que resignar y devolverme mi mochila.- Puedes irte, pero te tengo vigilado... -Con eso, se dio media vuelta y se marchó.
Metí mis papeles en mi mochila y me acordé de que no era yo quien había encontrado la mochila sino una chica desconocida de este distrito quien la tenía. Me gire y, antes de verla mejor, le di un abrazo. Fue un acto involuntario, pues estaba acostumbrado a abrazar a mis hermanos cuando me sacaban de aprietos.
- Gracias, te debo la vida. -Le susurré a la joven de cabellos rubios dorado.- Soy Caín, del distrito 12. Recuerdalo.- Me solté del abrazo y allí pude verla mejor. Un pivonazo, rubia y de unos ojos preciosos... y delanteras vistosas.- Gracias, de nuevo.

Invitado

Hay un sol sofocante, y su madre le había mandado a comprar a la zona central del Distrito 02, ¡a comprar! ¡A ella! Había entrado en cólera, destrozado media casa, gritado a todo ser viviente que se le cruzara en su camino, pero finalmente su hermano pequeño Robert le había conseguido convencer de que nos e pusiera así, que no era más que una reverenda tontería y que no me pasaría nada por salir a la calle a dar una vuelta, así de paso podría ver como estaba el Distrito puesto que en mi encierro -por voluntad propia obviamente- , me estaba quedando más pálida que la leche y además no mediaba palabra alguna con nadie puesto que siempre que hablaba con su madre era únicamente para discutir como había ocurrido segundos antes, con su hermano era exactamente ídem de lo mismo, discusiones aunque con él eran relativamente más suaves, y con su padre. Bueno a él casi ni le veía el pelo debido a que era el alcalde del Distrito y tenía muchas cosas que hacer. Mejor, así se ahorraba también su mirada de reproche por el comportamiento que tenía desde que volvió de la Arena. Nadie le entendía en absoluto, y hacían como si lo hicieran, hipócritas.

Finalmente había salido de las comodidades de su casa en La Aldea de los Vencedores, para sumergirse en el pueblo, el en Distrito 02. Se había cruzado con mucha gente en el camino, algunos abrían la boca como con sorpresa ante la sola visión de ella; ni que fuera una maldito fantasma. No les dirigía ni una mísera mirada no le merecía la pena perder el tiempo con aquellas personas, simplemente seguía su camino hacia el centro del Distrito para comprar los alimentos que le habían sido encomendados. Caminaba sin prestar especial atención a nada cuando tropezó con una... ¿Qué era aquello? Lo cogió entre sus manos y le dio un par de vueltas, parecía una especie de mochila pero era completamente andrajosa y... Cuando estaba apunto de abrirla para saber qué demonios era, alguien le golpeó y cayó de culo al suelo dejando caer aquel trapo al suelo a su lado. le importaba más bien poco que se manchara o que se hubiera caído, pero ELLA, Rebecca S. Warhol, la mentora del Distrito 02 había sido placada por alguien y no le había dado tiempo ni siquiera a reaccionar antes de caer al suelo. Se levantó rápidamente para ver como un chico estaba delante de ella con un Agente de la Paz. Alzó ambas cejas hacia el Agente de la Paz y luego hacia el chico. Los observó con gesto serio como hablaban sobre algo de un pase, oh claro, aquel chico no sería del Distrito 02 si no de otro, por lo que necesitaba un pase, y aún más para estar en un Distrito como era el número 02.

Se sobresaltó notablemente cuando aquel chico se le abalanzó y la abrazó. Un par de miradas se posaron en ellos algunas tenían los ojos desorbitados por la sorpresa y otras miedo por que sabían el destino que iba a tener aquel pobre chico del Distrito 12 por haberla abrazado. Él se separó de ella, pero ella también le empujó lejos de ella fulminándolo con la mirada. Tenía el gesto serio y sus ojos ardían como si tuviera ganas de partirle la cara a golpes por atreverse primero a haberla tirado al suelo de aquella mala manera y ahora por haberse atrevido a tocarla. -¿Quién te has creído, andrajoso del Distrito 12?-soltó con asco en su voz. Lo miró de arriba a abajo aún con ambas cejas alzando y con repelús en su mirada. -Te habrás librado del Agente de la Paz, pero solo ha sido momentáneamente.-estiró su brazo hacia él y le cogió con fuerza de la muñeca arrastrándolo con ella, en busca de aquel Agente de la Paz, su cara le sonaba por lo que seguramente lo conocería de alguna cosa.

Invitado

Mis ojos se volvieron blancos ante la actitud de la chica. Se me había olvidado por completo que la gente de distritos superiores era la gente que más me daba asco, pues parecían ser personas engreídas y sin sentimientos. No debía haberle echo nada a la chica y debía de haber salido corriendo pero me aferré a las consecuencias de abrazar a la rubia y después ella me llevase ante otro agente de la Paz. ¿Más líos y problemas? ¿Por qué siempre a mi? La verdad es que yo solo había venido a pasar un día en paz y tranquilidad, rondando como si nada en las calles de este distrito aleatorio sin querer tener ningún problema pero, ahora, aquella rubia de aires refinados me arrastraba con ella. No, no quería ir con ella pero si le hacía algo chillaría ante los agentes de la Paz y sería mi condena final. No podía hacer nada ante ella pero tampoco podía dejar que me cogiesen, pues sería mi muerte. "Si me muriese... ¿quién cuidaría de mis tres hermanos?", pensaba mientas miraba las espaldas rectas y firmes de la chica rubia que me arrastraba.... me arrastraba a la miseria.

- No. -Me paré, de repente.- No pienso permitir que me lleves ante un Agente de la Paz y te salgas con las tuyas solo porque te haya tocado. ¿Qué pasa, que aquí la gente no puede mostrar su gratitud expresándose o es que es peligroso tocar a las personas de alto nivel social alguien tan bajo? Me dais asco los que pensáis que os creéis superiores cuando, ni tan siquiera os habéis pasado por nuestro distrito a observar en la pobreza que vivimos y ahora, ¿quiéres que me condenen unos Agentes de la Paz por tocarte? Mira, haz lo que quieras, pero yo al menos digo las cosas a la cara y te digo que no me lleves ante los agentes, pues tengo familia que defender. Con eso lo digo todo, ya podemos seguir caminando.

Me quede en paz. Vamos que si me quede. Saqué todo lo que pensaba sobre aquella "pirámide" de ricos y pobres entre los distritos, donde en la cumbre estaba el Capitolio.
No sabía que iba a hacer la chica rubia ante mi respuesta pero yo seguía caminando, esta vez la chica siendo arrastrada por mis zancadas. No era mi intención arrastrarla, sino buscar un agente de la Paz que me detuviese, como quería la chica desde el principio.. ¿No?