Comprando a los pescadores (Mekare N.)

Recuerdo del primer mensaje :

Cierro los ojos en cuanto el tren se detiene y las puertas se abren Aspiro prfundamente y sonrío ante el olor profundo y característico del mar. Me encanta el cuatro. Mamá proviene del cuatro y siempre nos ha contado historias del mar, desde muy pequeños. Antes de la arena, habíamos venido algunas veces. Era dificil moverse entre los distritos, pero no imposible si tenías algun motivo de peso. Mamá utilizaba la excusa de la pescadería para camuflarnos en sus viajes de negocios y enseñarnos el mar, los peces y los barcos.
Ahora, desde que era un vencedor, puedo moverme por los distritos a mi antojo, sin tener que esconderme o dar excusas a nadie. Puedo ir a comprar pescado fresco al cuatro, o a por madera al siete, o a por carbón al doce. O simplemente ir a dar un paseo al distrito que me apetezca. Y hoy, como la mayoría de las veces, me apetecía venir al cuatro.
En cuanto bajo del vagón sé perfectamente a donde tengo que dirigirme. Mis pies me llevan casi automáticamente hasta la playa sin que tenga ni que pensarlo. En cuanto mis zapatos rozan la arena, me descalzo y guardo los calcetines dentro de los zapatos, dejando que mis pies se hundan, pringandose de la arena que los rodea y acoge como si fuera su lugar natural.
Empiezo a pasear por la playa, por el borde entre el agua, sobre la arena húmeda, observando a los pescadores que estan mas cerca de la costa. Algunos pescan directamente desde la playa, o recogen moluscos en las rocas. Siempre suelo recurrir a ellos para comprarles directamente el pescado. Se lo pago mas generosamente de lo que lo hacen en las lonjas y yo me aseguro de que el pescado es totalmente fresco. Hoy, sin embargo, me llama la atención una figura cerca de las rocas, pero en la arena. Tiene una caña de pescar a su lado pero también lo que parecen ser un par de arpones.
Me acerco sin demasiada prisa, observando. Es una chica. Una chica pelirroja. Se la vé joven. Me acerco hasta estar a apenas dos metros, observando que tiene el cubo bastante lleno, aunque sean pescadillas. ¿Me venderías algo de lo que hayas pescado?

Buceo durante unos segundos por el borde de la playa, bajo apenas un metro de agua, repasando la arena con los dedos. Menos mal que aguanto bastante la respiración, sino tendria que estar sacando la cabeza cada dos segundos para tomar aire. Entiero las manos, dejando que la arena resbale entre mis manos cierro las palmas en torno a varias conchas. Las voy guardando una por una en la pequeña red del cinturon y cuando veo que ya debo llevar unos cuatro minutos casi debajo del agua y que me falta el aire, saco la cabeza, con todo el pelo chorreando por delante, casi sin ver.
Me aparto el pelo de la cara para ver si Sean sigue alli. No me gustaría que se fuera. Pero ahí está, sonriendo tranquilamente, con una sonrisa que tengo que reconocer que es preciosa. Cob está por la playa, saltando entre las pequeñas olas que rompen por ahí, y no puedo evitar echarme a reir cuando le veo correr por la playa, arrastrando kilos y kilos de pelo por la arena. Se tumba, empezando a rebozarse y a retozar, saltando y volviendo a rebozarse entre la arena, contento con eso. -Vas a saber lo que es un perro croqueta, Sean. rio desde mi lugar y vuelvo a sumergirme de nuevo en el agua, rebuscando varios minutos más hasta que tengo la bolsita casi llena de conchas.
Salgo de la playa, pasandome las manos por el pelo, apretando para que chorree todo el agua, y vuelvo a la hoguera, donde está Sean, y una croqueta de Cob sentado tranquilamente a su lado, con la lengua fuera. -Miraté, estas hecho una croqueta, bicho... le paso la mano por la cabeza, apartandole un par de rastas de los ojos. -Me parece que vas a pasar por las tijeras, amigo.. le quito un poco de arena del pelo y me siento a su lado, junto a Sean. Desato la red de mi cinturon de cuerda, llena de conchas y se la tiendo, con una sonrisa. -Estaban un poco enterradas.. quiza por eso no las encuentres... Ultimamente el mar está ago picado así que las cosas se entierran bajo la arena que arrastran las olas.. le digo con una sonrisa mientras vuelvo a mirar a Cob.

Sonrío cuando veo a Cob revolcarse por la arena con la lengua fuera, mas contento que unas castañuelas hasta que, cuando considera que es suficiente, viene hasta mi lado, rebozado en arena de playa y barro. Cualquiera que lo viera ahora no pensaría ni de lejos que este perro es blanco.
Me río cuando Mekare sale del agua, hablando con el animal. Uhhh... las tijeras... creo que estas en un lío, Cob. Me río mas y alzo las cejas cuando me tiende la red llena de conchas. Eh.... gracias... Cachis... le había dicho que no hacía falta y aun asi lo ha hecho... Las observo, dandole vueltas a algunas en mis manos. Va a alucinar como vea tantas... Sonrío con una especialmente bonita, con algunas partes mas oscuras que otras. Tiene una habitación llena de estanterías y conchas, ¿sabes? Suele barnizarlas y las guarda todas allí... A veces pinta alguna, pero dice que le gustan mas al natural, solo con el barniz y ya está. Me encojo de hombros, dandole vueltas entre mis dedos a una caracola. A mi me gusta mas que conserven el olor del mar...

-Adoro el olor a mar.. Es tan... refrescante.. me encojo de hombros, rodeandome las rodillas con los brazos, mirando el perro que tranquilamente rueda por l arena en plan croquetilla. -Ya veras lo complicado que es para cortare el pelo.. en cuanto vea unas tijeras echará a correr. Y créeme, aún con todoas esas toneladas de agua y arena, corre mucho. vuelvo a hundir la mano en las rastas del lomo de Cob, quitando algo de arena qu tiene, aunque sigue estando cubierto de arena.
Rebusco en la mochila, sacando unas cuantas tiritas de cuero, jugueteando con ellas entre mis dedos, mientras remiro las conchas de la bolsa. Trabajo un poco la tira, estirandola para que sea algo menos gruesa y más redondeada y cojo una de las conchas de la bolsa, una más plana que el resto, haciendole un pequeño agujero con un punzón, pasando la tira de cuero por el agujero, añadiendole un par de cuentas, son unos nudos alrededor de ellas para que no se muevan por la tira y finalmente le hago un nudo corredero, tras formar el collar en silencio. Se lo ofrezco, con una sonrisa. -Un pequeño obsequio del cuatro... por hacerme pasar un gran día =) le digo ladeando la cabeza.

La observo mientras juega con las conchas y el cuero, aunque jugar no sea quizá la palabra mas adecuada. Pero es que yo siempre pienso en "jugar" cuando trabajo con la tecnología, asi que supongo que es lo mismo. Hasta que me tiende el resultado y me saca de mis cavilaciones. Esto me descoloca totalmente, ¿sabes? El pescado, el pulpo, las conchas, ahora esto... se supone que yo vengo aqui para dar, no para recibir. Pero me callo y lo cojo, observandolo entre mis manos. Parece sencillo de hacer y en realidad a ella no es que le haya costado mucho, pero seguro que si lo intentara yo me costaría mucho mas.
Me lo paso por la cabeza, colandolo dentro de mi camiseta tras acercarme la concha a la nariz. Esto si que será tener el mar cerca...
Doblo las piernas, apoyando los pies planos en el suelo, colocando mis brazos en mis rodillas, mirandola. Gracias. No se me ocurre que mas decir, la verdad. Tampoco siempre son necesarias las palabras. Pero entonces, al ver al perro en su fase de mutación a croqueta con patas, se me ocurre una forma de ayudarla, aunque no conlleve unas cuantas monedas. Puedo ayudarte si quieres... con Cob y las tijeras. Seguro que entre dos es mas fácil.

-Pues.. como obsequi por dar siempre... No está mal recibir algo de vez en cuando... sonrio, encogiendome de hombros al ver como se lo pone. -Pues.. si no te molesta.. podrias entretenerle dejando que te lamiera, ya que por lo visto se ha aficionado a eso.. no puedo evitar reir ante su cara, mientras Cob me mira y ladea la cabeza, supongo que intentando averiguar de que narices hablamos. Miro la hoguera y me levanto, con la vieja sarten en la mano, yendo a llenarla de agua a la orilla, echandole el agua al fuego para apagarlo.
Rebusco en mi mochila, guardandome las tijeritas en el bolsillo del pantalón, escondiendolas de la mirada de Cob que me mira insquisidoramente. Le acaricio el lomo, haciendo que se recueste de nuevo sobre la arena, con la lengua fuera y me suento sobre su lomo, como a caballito, pero aguantandome con las rodillas en la arena, aunque es tan grande que el pesa mucho más que yo y no le molesta que esté encima. -Ale... buen chico... quieto...- le acaricio el flequillo, a lo que eleva la cabeza y me pega un lametón humedo y pringoso en la barbilla.-Ahgs... pero mira que eres baboso... rio, pasandome la mano por la babilla quitandome las babas con el dorso de la mano, riendo. Hacía muchos dias que no me sentia tan tranquila, tan bien... tan a gusto con una persona que no fuera mi hermano o mi hermana.

Oh... no me importa que Cob me lama. Es muy cariñoso. Los animales no me tienen precisamente estima, es raro que Cob me haya cogido tanto cariño. La observo colocarse sobre el animal, escondiendole tranquilamente las tijeras. Es tan grande que ella se queda tranquilamente tumbada sobre él, sin que tenga problema alguno en tener a la chica encima. Estan casi amoldados el uno al otro.
Me acerco a ella, sentandome frente a Cob, acariciando su cabeza, cogiendole de la mandibula, rascandole en el cuello, riendo. Estas lleno de barro, pringoso. Me relame la barbilla y cierro un ojo, acercandome a darle un beso en la punta del morro, evitando que me lama otra vez, alzando la mirada a Mekare para que aproveche, echandole a Cob el pelo hacia atrás, riendo levemente, distrayendo al perro mientras ella se saca las tijeras del pantalón y le pega un corte al flequillo. Aprovecha si quieres cortar algo mas, yo te lo mantengo entretenido.

No puedo evitar reir levemente al ver como Cob le pringa la cara a Sean de babas. Baba aquí, baba allá y le deja un tupé de lo más puntiagudo.
-Bueno... si quieres que le pegue un repaso a ese tupé tuyo.. suelto con una carcajada, chascando las tijeras en el aire mientras Cob está distraido, cortandole algua que otra rasta larga y molesta. -Por Poseidón.. ¡Mira esto! cojo un de las rastas, de extremo a extremo. -¡¡Debe medir lo menos metro y medio!! ¡Podria hacerme un sedal solo con tu pelo! le digo al perro con una carcajada, abrazandole, aunque con ello me pringo por completo de arena, pero ya ves tu, como si nunca me hubiera rebozado en la arena tampoco...
Acabo de cortar alguna que otra rasta más, molestas, dejandolas a un lado y cuando finalmente acabo y me levanto, las patas de Cob se ponen en mis hombros y me tiran a la arena. Y entonces todo el cielo desaparece bajo las rastas arenosas del perro.
Bato los brazos, intentando quitarmelo de encima entre risas hasta que finalmente, algo le distrae, porque se levanta zumbando como una bala y se va ladrando.
Me incorporo, quitandome la arena de la cara y del pelo como puedo. -Debe de haber visto una gaviota o algo... yo que sé... pero apenas tardo dos segundos en darme cuenta de que no es ninguna gaviota lo que le ha llamado la atención. -¡Estas ahi! me giro ante la voz de mi hermana y la veo saltar entre unas rocas hasta que se deja ver
Se acerca corriendo a nosotros, con Cob saltando detras de ella. -Gabi me dijo que estarias por aqui... dice que si por la noche podras encargarte tu de cerrar la... Oh.. vaya.. Hola.. se pone a parlotear, como siempre, tan animada ella hasta que se percata de la presencia de Sean. Debe parecerle increible. -Vaya.. no sabia que estabas con un amigo.. oigo el retintin con el que dice la palabra "amigo" e, instantaneamente, me giro, ocultando mi cara entre mi pelo, roja como un tomate. ¿cómo puede decir eso?
Aún así, trago saliva. -Sean... ella es Kayla... mi hermana pequeña.. el terremoto de la casa.. la fulmino con la mirada, pero ella sonrie encantada.

Eh, eh, eh, deja mi tupé tranquilo... Me llevo una mano al pelo, como si eso fuera a protegerlo de la cercanía de esas tijeras. No es que tampoco me importe mucho, osea... lo he llevado mas largo, y también mas corto. Me gusta de todas formas.
Dejamos a Cob a sus anchas. Al menos ahora se le ven los ojos, y definitivamente esta mas gracioso asi. Menudo trabajo tienes ahora para quitarle toda esa arena... lo mas fácil sería meterlo en el agua, pero claro, si sale y vuelve a salir hacia la arena... Estas en las mismas. Observo el perro a lo lejos saltando alrededor de una figura pequeña y me encojo un poco, percatandome en ese momento de lo mucho que me había relajado con Mekare. Me asusta un poco que la gente me rechace de la forma en que lo hace, pero claro, es obvio que esta niña es dificil que se acuerde de mis juegos. Debe pasar algo asi como con Carrie. Los recuerdos son borrosos. Yo me acuerdo de algunas cosas de cuando era pequeño, pero no de todo, obviamente. Recuerdo algun detalle de los juegos de aquellos tiempos, pero no de todos los participantes... de todos los vencedores si, por supuesto, porque ahora conozco a la gran mayoría. Hola Kayla.. yo también tengo una hermana de mas o menos tu edad. Le sonrío, guiñandole un ojo.

Veo a mi hermana sonreir, y por un momento pienso que me encantaría ser así de abierta con la gente, no tenerle tanto miedo o tanto pánico, pero bueno, cada uno es como es.
-Pero tú no eres de este distrito.. nunca te he visto por aquí… añade, supongo que repasando un poco mentalmente toda la gente que conoce. Desde luego, ella y yo somos de lo más contrarias. Si yo no conozco a nadie, ella conoce a toda la gente del distrito por conocer. No hay nombre que no se conozca… -Sean es del tres… le digo acercándome a ella, pasando mis manos por su peo y rehanciendole bien la coleta medio deshecha. Kayla sonríe, sin dejar de mirar al chico y entonces casi pega un bote. -¡¡¡Ya sé quien eres!!!! ¡¡¡Eres el que ganó los septuagesimosegundos!! exclama ilusionada. Ella vio los juegos conmigo, y ambas estábamos de acuerdo de que había merecido ganar. Supongo que por eso y porque yo estoy aquí con el y con ella, no le tiene miedo, aunque Kayla le tiene miedo a pocas cosas en realidad. Ladea la cabeza para mirarme mientras le ato la goma al pelo. -¿No es el chico al que le enviaste dinero para no sé qué? pregunta inocentemente.
Abro los ojos a máximo. Ojala se hubiera callado y no hubiera dicho nada. -No.. ese fue el tributo de nuestro distrito…. El amigo de Gabriel… comento intentando arreglarlo un poco. ¿Por qué no quiero que Sean sea que le envié ayudas? No creo que sea algo malo tampoco… pero no sé. -Si.. también le enviamos a Travis… pero se lo enviamos toda la familia… tu le enviaste algo por tu cuenta a él… Suspiro, rascándome la nuca, algo avergonzada. -Bueno.. da lo mismo.. me voy, que he quedado con Dyana para ir a coger conchas…. Ves luego a la pescadería ¿vale? asiento, tragando saliva, sin decir ni mu, despidiéndome de ella. Le dice adiós a Sean con la mano, muy contenta y desaparece por las mismas rocas por las que ha aparecido, con Cob ladrando a modo de despedida.

Me encojo un poco sobre mi mismo ante la efusividad de la chiquilla, que esta claro que sabe perfectamente quien soy, pero por suerte, parece que no le molesta en absoluto, porque salta a mi alrededor la mar de contenta diciendo un montón de cosas que tengo que repasar varias veces en mi cabeza para acabar de captar del todo.
Alzo las cejas sorprendido cuando dice que Mekare envió patrocinio a mi favor...¿en serio hizo eso? Parece querer desmentirlo, pero la pequeña vuelve a rebatirla, dejandolo muy claro. Ni siquiera su familia, sino directamente ella. No sé como es su situación, pero no creo que sea precisamente de las que le sobra el dinero por todos los rincones como para patrocinar a alguien de forma individual. Además, ¿por qué a mi si tal y como ha dicho un amigo de la familia estaba en la arena? Travis... me acuerdo de él. El del cuatro que no quiso aliarse con los profesionales, aunque eso le habría dado mas posiblidades de sobrevivir.
A lo que me doy cuenta, la niña ha vuelto a irse y mi empanamiento ha creado un silencio extraño. Eh.... Estoy a punto de preguntarle por lo del patrocinio, perov no quiero incomodarla y creo que el tema la molesta. Parece todo lo contrario a ti...

-Si.. totalmente diferente... la gente se sorprende cuando decimos que somos hermanas... pero no sé... es asi y me encanta que sea así.. me encojo de hombros, acariciandole la cabeza distraidamente a Cob, enredando mis dedos en sus rastas. Le miro unos segundos, dedicandole una leve aunque nerviosa, o timida -no lo se- sonrisa, aunque aparto la mirada a los pocos segundos. -A mi en cambio me cuesta mucho más acercarme a la gente... no lo sé.. soy más desconfiada y algo más timida... me encojo de hombros. -Pero tampoco es que me importe mucho... Tampoco es que haya tenido una gran necesidad... Siempre he tenido a mis hermanos.. asi que para mi ellos eran lo unico que necesitaba me encojo de hombros, sentandome en las rocas que hay ahi, sonriendole tranquilamente.-Pero no sé.. me siento bien hablando contigo.... [/b] me encojo de hombros con una sonrisita. No me siento ni presionada, ni rara, ni nada de eso... me siento yo misma, sin miedo y sin tenerle miedo, lo cual es un logro ya para mi, un gran logro.

Asiento enseguida conforme va hablando. Entiendo lo que quiere decir. Yo también suelo ser reservado, y mas ahora desde que la gente me rehuye. Hay gente que incluso parece asustada de verme solo por ser un vencedor. Lo entiendo de otros, pero ¿de mi? Yo no he ido rompiendo cuellos de un golpe de brazo ni apuñalando a nadie... Me alegro de que confíes en mi.. poca gente lo hace ultimamente, ¿sabes? Todos me consideran.. peligroso. No sabes lo que es estar sentado en la plaza de la escuela, que algun niño inocente se te acerque porque siempre ando trasteando con juguetes que les regalo a uno u a otro y que venga alguna madre toda alterada a apartarlo de mi... ¡como si fuera a hacerles algo! Niego con la cabeza, queriendo apartar el recuerdo de mi memoria. Me había pasado varias veces. Había gente que me conocía desde hacía tiempo y aun así me rehuía, pero agradecía muchisimo mas todos los que ahora seguían siendo amables conmigo o incluso lo eran mas aún. Como una mujer joven del tres que tiene una pareja de gemelos de cinco años. Les habré construido medio centenar de peonzas electronicas y cada vez las mejoramos un poquito mas. Son unos niños encantadores, y su madre incluso ha llegado a dejarlos un par de horas a solas conmigo con total confianza. El sentimiento de gratitud en mi pecho no podía ser mas grande.

Le miro unos segundos, con la cabeza ladeada. Aunque trate de ocultarlo se puede escuchar la pena en sus palabras. Alzo una mano, posandola en su hombro. -Yo no creo que pudieras hacerle daño a alguien... Se te ve demasiado buena persona como para eso... sonrio de medio lado, en un intento de animarle, aunque tengo que reconocer que no se me da muy bien animar a la gente. Nunca he tenido nadie a quien animar de nada. Kayla, pero para eso ya se anima ella sola, y Gabriel... Gabriel era otro mundo. Desde lo de Travis no volvio a ser el mismo, era más solitario, pero seguia sonriendo y hablando, aunque algo dentro suyo habia cambiado. -Supongo que la gente siempre tiene miedo de los vencedores... Aquí hay un par... la gente no los rehuye.. pero tampoco es que se acerque demasiado... Personalmente lo veo un poco... estúpido. Quiero decir que... bueno.. al fin y al cabo es una competición y... es tu vida o la de los demás... Si que hay algunos que han ganado con la fuerza y la muerte de otros... pero no es tu caso... le sonrio amablemente, aunque no se si lo que le he dicho le animará mucho.

Pero los vencedores del cuatro son diferentes, se supone que no son peligrosos... o si, vamos. Lo son, pero van a los juegos del hambre de forma voluntaria muchas veces, preparandose toda la vida para participar. No es lo mismo en mi caso. Nadie espera que un chico del tres salga vencedor. Debe estar loco, o ser un psicopata oculto. Me encojo de hombros, sin querer pensar demasiado en ello. No quiero volver a perderme pensando esas cosas sin sentido, porque solo acabo con dolor de cabeza y una buena depresión. Y esos son mis peores momentos, porque soy desagradable con todo el mundo, incluida Carrie. Y no hay cosa que me duela mas.
Llamo al perro con un silbido y tarda poco en acercarse a mi contento, con las rastas mojadas bailando aqui y allá, empapandome con sus babas y ensuciandome con sus patotas llenas de barro. Me río, colando mis manos a ambos lados de su cuello, entre sus rastas, acariciandolo con cariño, rascando bajo las orejas. Jo Cob, quien pudiera tener un perro grandote y mimoso como tu... Le doy un beso en el hocico y estornuda, echandose hacia atrás con un ladrido que me hace reir.